Otoño. Ropa gris. Cielo gris. Suelo gris, yo gris. Los únicos colores son los de las cosas que venden los feriantes que cubren en partes el piso, y el techo amarillo de los taxis.Me siento en el murito de ladrillos y miro para el edificio de enfrente , hay un gimnasio y adentro van y vienen sus atléticos habitantes, hablan por celular se ríen y transpiran; tanto ejercicio me cansa. Giro sobre mi trasero y veo la cola de jubilados esperando para cobrar, todos estan listos con sus lapiceras en la mano, está lloviznando son pasada las 9:30 y aún no abren. Los arrugaditos sonríen más que los otros y todos abren sus paraguas.
Montevideo se desperaza con modorra antes de arrancar el día y yo también.
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